Una ciudad medieval

El desarrollo de Fougères se inicia en el siglo XII, y la historia de la ciudad está íntimamente ligada a la del castillo. En tiempos de guerra es probable que la ciudad fuese devastada. Pero en tiempos de paz, su ubicación, en la intersección de grandes rutas comerciales, le permitió disfrutar de riqueza y progreso.
Los barrios más antiguos de la ciudad, a las orillas del Nançon, a los pies del castillo, muestran los vestigios de una intensa, y lucrativa, actividad. Los molinos y batanes permitían fabricar tejidos, teñir paños o curtir cuero.
La iglesia de Saint-Sulpice, tesoro del estilo gótico, se pudo construir gracias a la riqueza de los habitantes de la ciudad; y su interior alberga uno de los mejores ejemplos de retablos de granito de la región, el Retablo de los Tintoreros.


La ciudad medieval también se extendía por la meseta dominada por el castillo. Las altas murallas que protegían a esta rica ciudad de burgueses y comerciantes continúan en pie vigilando y sosteniendo la ciudad alta. EL campanario civil, a la vez torre vigía y símbolo de las libertades políticas ganadas por los burgueses de la ciudad, hace sonar sus campanas todos los días desde 1397.
Chuanes
En el siglo XVIII, una serie de graves incendios redujeron a cenizas la Ciudad Alta, que hasta entonces había estado llena de casas porticadas con entramado de madera. Fue entonces cunado se construyeron los palacetes de la rue Nationale, bajo la dirección del arquitecto parisino Gabriel : construir en piedra se convierte en obligatorio y solo los más ricos pueden construirse residencias tan lujosas. Los pórticos de la planta baja acogen un comercio floreciente.
Los acontecimientos de la Revolución también dejaron su marca en la ciudad: Fougères fue escenario de varias batallas protagonizadas por los chuanes, rebeldes de Bretaña y La Vendée que conspiraron contra la república naciente. Seguían el ejemplo del Marqués de la Rouërie, cuyo palacete sigue en pie: este noble fue el fundador de la Asociación Bretona, una agrupación de nobles contrarrevolucionarios. Los autores románticos, como Châteaubriand, Victor Hugo y Balzac, se inspiraron en las vistas de la ciudad para escribir algunas de sus obras. Concretamente, Balzac situó en Fougères la intriga de su primera novela de la Comedia Humana, Los Chuanes,y ofrece una descripción de la ciudad aún hoy realista y reconocible desde los jardines públicos.





La gran revolución
Los avances de la ciencia y la industria que marcaron el desarrollo de Europa en el siglo XIX afectaron profundamente a Fougères. A partir de la década de 1850, las fábricas de calzado se multiplicaron y se convirtieron en la principal actividad de la ciudad. La revolución industrial estaba en marcha, y Fougères fue su mejor ejemplo en Bretaña. Las fábricas se instalaron, principalmente en el nuevo barrio de Bonabry. Aún hoy, configuran el paisaje, con sus decoraciones brillantes creadas por los talleres Odorico, empresa italiana de mosaicos con talleres en Rennes. En la misma época se construyeron otros servicios públicos. El teatro, revestido de piedra blanca de Anjou, se instaló en el centro de la ciudad. Las luminosas decoraciones de la sala, a la italiana, atrajeron cada vez más público. Una biblioteca, grandes mercados de cristal y acero, la estación de ferrocarril, la iglesia de Bonabry… Algunos de estos edificios siguen en pie, mientras que otros han tenido que sufrir los estragos del tiempo…
Una ciudad al natural
Fougères fue gravemente dañada por los bombardeos aliados durante el desembarco de Normandía en 1944. Calles medievales enteras quedaron destrozadas, y después se reconstruyeron con materiales más modernos. Las sucesivas crisis económicas afectaron profundamente al tejido industrial de la ciudad, haciendo desaparecer fábricas y empleos en los años setenta. ¡Sin embargo, Fougères no ha perdido un ápice de su esplendor! Sigue siendo una ciudad agradable donde el paseante puede disfrutar de la belleza de sus variados paisajes.
Las nuevas construcciones son testigo del enorme esfuerzo por enriquecer el patrimonio con obras del siglo XX: En especial, los paisajes naturales ofrecen numerosos puntos de vista admirables y espacios en los que el caminante y el poeta encontrarán la serenidad y la inspiración.
Los jardines públicos son una visita obligatoria para el visitante: ofrecen una vista panorámica impresionante del castillo y del barrio medieval. En otros parques, como el Jardin du Val Nançon o la Carrière du Rocher coupé también se puede apreciar el paisaje natural que es uno de los grandes atractivos de Fougères. Desde 2010 cuenta con la etiqueta de 4 flores. Fougères también forma parte de la red «Les Plus Beaux Détours de France».

